En la madrugada del 9 de agosto de 1780, abrazada por una intensa bruma atlántica y cuando ya despuntaba el alba, una rapidísima fragata española de exploración descubriría a 60 leguas del Cabo de San Vicente un convoy inglés compuesto por cincuenta y cinco navíos repletos de vituallas, más de ochenta mil mosquetes, un sinnúmero de piezas de artillería, trescientos barriles de pólvora, uniformes para una docena de regimientos y carga varia. Se dirigían, en el contexto de la Guerra de la Independencia que las colonias americanas mantenían contra la metrópoli, hacia algún lugar indeterminado de la costa de Florida para desembarcar su mensaje de muerte contra los alzados colonos.